Si disfruta de alturas luminosas
y se arroba mi alma, asombrada,
al punto es por la masa reclamada
a las profundidades ominosas.
No perdona la gravedad el peso
ni le consiente alguna autonomía;
siendo imposible la dicotomía,
fuerza es bajar el espíritu al cuerpo.
Sufro así, por materia de materia,
una etérea punción de lo intangible:
es la masa la Matrix deletérea,
tanto madre cuanto azote insufrible,
lar del alma, Generatrix venérea,
temporal estancia insustituíble.
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