Mira estos viejos muros renegridos,
de lluvias y pedriscos atacados,
solar cuyos tapiales asolados
protegen estos huesos ateridos...
Observa y contémplalos derrotados,
o apenas, ya semiderruídos,
pues justo por prurito están erguidos
y en postrer defensa esforzados...
Vital bastión primero, esta casa
a su fin alcanza, no sin orgullo,
y no sin honrarla haré la mudanza.
Mi nuevo hogar, en mi interior arguyo,
ha de ser bello lugar de alabanza,
por agradecer mi anterior capullo.